Así pues, ante dos delanteros rivales, sean de categoría
champions o del fútbol de bronce, el esquema se empieza a
trazar con tres centrales y dos carrileros, ante lo que el Athletic no deja de
tener profundidad ni de generar peligro. El ejemplo pudo verse en el verde del Tartiere
-que los fines de semana es un campo de fútbol y entre semana parece que se destina
para la cría de topos- donde de Marcos, el mejor de largo, plasmó con claridad
lo que su entrenador pretende: movilidad máxima de los laterales, arrancando en
posición adelantada, desde casi el centro del campo, para que den profundidad
al equipo. Tanta hondura le dio el de
Biasteri (o sea, Laguardia) al carril zurdo, que acabó por perforar, para el
minuto diez de partido, la red ovetense en una brillante finalización tras una
no menos mala apertura a banda de Muniain.
Y fue una pena que esa jugada no alumbrase al grupo, porque oportunidades
similares para aumentar la ventaja hubo, por lo menos hasta la media docena,
pero ni Susaeta –lo suyo es digno de tesis doctoral en escuela de entrenadores-,
ni Muniain, Toquero, Herrera o el mismo Oscar, que tiró al palo, fueron capaces
de trasformar ocasiones más que meridianas. Y parece que es el principal
problema de este grupo, aquejado de una importante hipermetropía, incapaz de
transformar ocasiones y de dar con calidad y claridad los pases en corto.
Por lo demás, poco se le puede achacar al Athletic de
Bielsa. No era un encuentro de esos en los que se puede esperar mucho, en los
que suele haber más que perder que ganar y, sin embargo, salió fortalecido. Ni
rehuyó el combate, ni se relajó, ni sufrió en demasía frente a un rival que no
hizo un mal encuentro. Pero los rojiblancos fueron mejores y eso es lo que se
les debía pedir. Que no hubo brillo en el juego es cierto, tanto como que nunca
suele existir contra equipos de segunda B en eliminatorias del KO, donde las
fuerzas siempre suelen estar más igualadas de lo que parece. Que se lo
pregunten a Heynckes, a Valverde o al mismo Caparrós, puesto que ejemplos de
eliminaciones ante rivales menores se coleccionan ya unas cuantas.
Los peros, o mejor dicho, los temores, ya se verá si
fundados o no, estriban en si no se está sobrecargando de partidos a un
reducido grupo de jugadores ante el calendario que se avecina. Parece que
Muniain, por ejemplo, lleva unos encuentros en los que está rindiendo a un
nivel inferior, que Herrera no tiene la claridad de ideas que de él se espera,
o que Iturraspe sufre una intermitencia impropia del papel que se le ha dado en
el once.
La resolución de dudas, para bien o para mal, llegará en
breves fechas, ahora que al calendario parece que lo han pillado los del anuncio
de compresas, mitad de espesor, igual absorción. El Racing,
un equipo en estado de derribo, debe ser una víctima clara el próximo domingo.
Las victorias en casa son el principal debe de este proyecto junto a la escasa
materialización de ocasiones y al mejor aprovechamiento de la posesión del
balón. Y aunque París bien valga una misa, conquistar los próximos seis puntos
en Liga debe ser el broche a un más que esperanzador trimestre.
Ay Susa, que no se va en velocidad ni de los muñecos de entrenamiento que usa Marcelo. El centro del campo, en general, fallón a mi juicio (relajo? estado del campo? falta de frescura?) con la excepción de De Marcos.
ResponderEliminarEn breve, post con lo que recogió mi libreta forofogoitia de viaje al Carlos Tartiere