En esas estamos, en esas seguimos. Con un equipo que más
parece continuar de pretemporada, con una defensa que independientemente de los
nombres hace aguas, sea contra equipos punteros, como el Atlético de Simeone,
mediocres, como el Betis de Mel, o sólo aptos para disputar el torneo playero
de Ereaga, como el HJK.
Le pedíamos a Bielsa un cambio de nombres y lo concedió, enmendando la zaga en casi su totalidad, pero dejando en el campo al ya mencionado San José, que se basta para reventar la defensa del equipo con una exasperante lentitud que no sólo pone de manifiesto Falcao, sino cualquier anónimo futbolista de Helsinki.
Puede que no sea justo personalizar hasta el
extremo, porque el sistema, en general, naufraga. En muchos casos por aptitud,
entenderemos que coyuntural, y por actitud, con una pasividad defensiva que
aterra y que sirve a los más imaginativos para especular con un absurdo boicot de la
plantilla al entrenador.
La cosa, sin embargo, parece más sencilla. La clave está en
el cambio de nombres con respecto a lo mejor de la pasada temporada, es decir,
la presencia en el eje de la retaguardia del ahora añorado central Martínez y de Amorebieta, no se sabe si en
proceso de recuperación, de castigo o de ambas cosas a la vez.
Pero además de
eso, y principalmente, parece fallar lo táctico, porque de un análisis
tranquilo de los goles puede deducirse que la separación entre líneas está lastrando
al equipo, sobre todo en las cercanías del área, con un Athletic que se
desarbola en cuanto se centra un balón a la frontal del área grande, recuérdense
los goles contra el Betis, por ejemplo, los del HJK o los del Atlético. El
repaso de los vídeos, algo que Bielsa habrá hecho ya en un millar de ocasiones,
resulta muy ilustrativo.
Lo que pudo ser una oportunidad de algunos para
reivindicarse sirvió para que Bielsa, una vez más, demostrara que sus
decisiones no obedecen a caprichos. Iñigo Pérez no es un lateral, cierto, pero
Castillo, que sí lo es, no aportó nada de interés; Toquero evidenció, otra vez
más, que se pierde como referencia fija en el ataque; Ekiza no resulta ser el
central que algunos insisten en querer ver; y Muniain… ¡ay, Muniain!. A Iker se
le ve incómodo, crispado, algo fuera de forma en lo físico y ausente en lo
mental. Veremos si es un pequeño bache o algo más profundo, relacionado con la
situación de los fernandos.
Lo positivo, que habrá que empezar a destacar para no caer
en el proceso depresivo que se empieza a atisbar, pasan por la aportación de un
prometedor Galarreta, el mejor, que dominó el juego en el centro del campo, la aportación
de Igor –mala semana para apellidarse Martínez – y la solvencia del grupo a
balón parado a pesar de la ausencia de Llorente. Ahí contribuyó sobremanera
Ibai Gómez, haciendo gala de un sobresaliente toque de balón al que acompaña
con una entrega e intensidad marca de la casa.
El Athletic debió ganar claramente, pero volvió por sus
fueros, a fallar en ambas áreas, una constante de la pasada campaña que parece
repetirse. Llegadas mal finalizadas, ocasiones claras falladas y clamorosos
errores defensivos.
Hubo lugar para la anécdota, como ver a Mikel San José de
delantero centro, tal y como solicitaban, de cachondeo, las redes sociales.
Pero ya sabemos que el flirteo de don Marcelo con las nuevas tecnologías fue
puntual y para responder al Club según sus propias y nuevas maneras, así que mera
coincidencia.
Llega ya el momento de reaccionar, de despejar las dudas,
que son demasiadas, y no seguir complicándose la vida. A los fallos puntuales,
un torrente estas últimas semanas, se une el despiste general del entorno
zurigorri. Basta con darse hoy una vuelta por los dos principales diarios que
se publican en Bizkaia, Deia y el de los señores de Neguri, esos que abrazan el
catolicismo mientras recaudan dinero con anuncios de prostitución, para ver
cómo abren sus secciones de deporte. Si para nuestros informadores, cuyo
criterio tanto peso tiene en la masa social, la noticia es la presentación de
Martínez con el Bayern sobre un partido de competición oficial, mal vamos para
poder asentar el debate alrededor de lo futbolístico.
Hablemos, por favor, del Valladolid, de la importancia de un
partido que se jugará en el peor de los horarios en un domingo de verano; de
ganar o ganar. Olvidemos a Monreal, obviemos a Martínez, su dominio del alemán
e ignorancia de euskera. Esto ha empezado hace casi un mes, pero algunos parece
que no se han dado cuenta.
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