Habrá quien todavía hable de Murphy, de fortuna, de suerte,
de injusticia del fútbol para con el Athletic, pero lo cierto es que todo
parece un despropósito. Gurpegi y Susaeta todavía andarán buscando a Saviola,
ese que sólo en el área volvió a sacarse un conejo de la chistera. Porque el
partido del Málaga, de un Málaga al tran-trán, fue placentero a más no poder.
La receta de Pellegrini fue sencilla, tan solo plantear un encuentro de mínimos
para reservar energías para la Liga de Campeones y aguardar los regalos de los
rojiblancos. Y así fue. Los de Bielsa volvieron a tardar unos veinte minutos en
identificar que un pitido había sido la señal de que el encuentro había comenzado
y para cuando se pusieron a jugar ya iban por detrás en el marcador.
Después, lo de casi siempre. Fútbol de toque, bueno por
momentos, ocasiones suficientes como para haber podido rescatar algún punto, y
lagunas defensivas que un Málaga sobrado de suficiencia no supo aprovechar.
Insistir en lo de la pericia ya no sirve de mucho. Como tampoco
sirve alabar la voluntad de Susaeta o de Marcos y, a la vez, lamentar que se
les nuble la vista en el momento de la verdad. O constatar que la mala racha de
Aduriz, el único cuyo rendimiento estaba muy por encima de la media del equipo,
impide que llegue el gol.
Ni tan siquiera mirar hacia la portería vale como coartada.
Bielsa, después de defender públicamente a Gorka, acabó bajando el pulgar. Dice
que por la presión de la masa, pero no deja de sorprender en alguien tan fiel a
sus ideas. Seguramente falte información de lo que sucede dentro de la caseta y
el relevo se haya hecho basado en hechos que el populacho desconocemos. En
clave interna, que se dice. No sería de extraña que el cuerpo técnico, después de
ratificar al guardameta tras el partido contra el Espanyol, haya constatado un
estado de ánimo impropio de un titular. No sería la primera vez que aspectos
extradeportivos descentran a Iraizoz de su cometido. Mientras, Caballero dejaba
muestras de lo que debe ser un portero de un equipo con aspiraciones europeas. Indirectamente,
su actuación volvió a trasladar el debate a la portería rojiblanca. Porque
parece claro que los porteros pueden ayudar a ganar partidos.
Y el viernes, entre tanto, llega la Real. Indudablemente enrachada,
sin perder durante un montón de jornadas, a lo que sin duda habrá contribuido
la facilidad que se encuentra por disputar partidos contra rivales en
inferioridad. Los guipuzcoanos, tan amigos en animar desde esos suplementos de
humor que constituyen las páginas de deporte de sus diarios teorías como la del
villarato, llevan ocho semanas recibiendo generosos
arbitrajes.
Ni en eso sale bien parado el Athletic. Como si la campaña
de desprestigio urdida por algunos representantes hubiese alcanzado además de a
periodistas españoles también a los árbitros, lo cierto es que cansa ver la
falta de respeto a la institución rojiblanca, da igual que sea en San Mamés que
a domicilio. El sábado ya comenzó a elevar el tono de voz Herrera, ese gran
proyecto de futbolista que algunas jornadas sufre un eclipse por intentar
emprender batallas imposibles con el balón en los pies.
No es buena noticia clamar contra los árbitros, pero algo
debería hacerse porque en lo que queda de campaña todo será necesario para
alcanzar algo más de cuarenta y cinco puntos, el único objetivo de una campaña
para el olvido, de la temporada de la vergüenza.
El último derbi del casi centenario San Mamés, que recibirá
a la mejor Real de los últimos diez años, lo pitará Undiano Mallenco, un sujeto
que él solo suma más rencor hacia el Athletic que toda Gipuzkoa en su conjunto.
Atémonos los machos. Y que alguien vaya preparando el
partido como es debido. Hay que concienciar a público y equipo de la que puede
armarse clasificatoriamente en caso de no obtener tres puntos.
Y mejor que nos centremos en lo que hay por delante, porque resulta
absurdo con la que está cayendo discutir si los socios barria
tienen derecho a sentarse en la mejor ubicación de San Mamés pagando
trescientos euros. Que en el Athletic nos confundimos y despistamos con
demasiada facilidad. Tenemos una curiosa habilidad de entrar en debates y
discusiones absurdas planteadas por quienes pretenden vestir de agravios casos particulares
muy puntuales. Porque solo cabe felicitar a la directiva por el sistema ideado
para trasladas a los socios al nuevo campo. Y ahora, a preparar lo del viernes.
Ya pensaremos dónde y con quién sentarnos el fin de semana con tres puntos más
en el haber.
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