Cuando se pierden la intensidad y las ganas, cuando se juega
a verlas venir, pasa lo que pasa. Que, con suerte, se empata. Y es que no
termina, a medida que pasan las jornadas, de parecer que este nuevo Athletic de
Valverde, debidamente reforzado, al menos en función de las capacidades del
Athletic, de dar el paso al frente que se esperaba. Cierto que ocupa posiciones
europeas, a priori el objetivo, pero la sensación que transmite no es la de un
bloque que sepa a qué juega, que tenga las ideas y los conceptos claros.
Y ahí el primero que parece tener dudas es el propio
técnico, que jornada tras jornada continua con probaturas y ensayos. El
domingo, sin ir más lejos, tocó invento en punta con de Marcos de referencia
ofensiva, motivado por que el de Biasteri presenta tarjeta de goleador y Aduriz
pasa por una racha francamente preocupante. Tocó retoque, también, en el
costado izquierdo, una banda, donde Saborit no parece ni valorar ni agradecer
la arriesgada apuesta del míster al convertirle en jugador de primera; Laporte
volvió a su posición natural, la de central, donde volvió a cometer un error de
bulto por esa peligrosa suficiencia –quizás su único pero importantísimo
defecto- de la que hace gala; y Muniain completó, de nuevo, un partido gris en
el que colaboró haciendo trabajo para el equipo pero que le sigue manteniendo
alejado de aquel estilo que hizo que fuese etiquetado como crack demasiado
pronto.
Y eso que el Athletic comenzó el partido mandando, pero
mandando a su estilo, con un dominio intrascendente y con llegadas de las que
no meten el miedo en el cuerpo al rival, hasta que el Valencia decidió
estirarse y hacer daño con poco, con muy poco. Ello le bastó para dominar el
encuentro hasta los veinte minutos de la segunda parte, con un equipo
rojiblanco que hacía algún que otro amago por banda derecha con un activo pero,
como casi siempre, desacertado Susaeta.
No lo pasó bien el Athletic tras volver a encajar un gol de
penalti tan claro como absurdo e innecesario, cometido esta vez por Laporte. El
asunto de las penas máximas no deja de ser curioso: mientras los colegiados
pasan por alto los cometidos sobre los leones, se muestran inmisericordes a la
hora de señalar cualquier cosa punible en área bilbaina, otro detalle más, como
el de los horarios, que ilustra el respeto que despierta la entidad de Ibaigane
en los estamentos del fútbol.
Pudo salvar un punto el Athletic tras costarle sostener al
Valencia, que ocasiones tuvo para aumentar la ventaja, pero se topó con la actuación
de un Iraizoz bien plantado o de su propia falta de puntería. Así las cosas,
con el movimiento de banquillo de Valverde la cosa varió algo, no tanto por el
acierto de unos cambios que denotaban cierta enmienda al planteamiento inicial, sino porque el Athletic, por fin,
decidió darle a su juego un marchamo más propio de los encuentros de casa.
Con poco, con muy poco, se consiguió empatar, con tan solo una
jugada en la que Susaeta centró bien, de Marcos anduvo listo en la peinada y
Mikel Rico aprovechó para marcar lo que no se puede perdonar. El problema fue
que hasta entonces costó hilar una jugada de ese tipo. Y ya tocó, una vez más,
y van demasiadas, la heroica, algo que no siempre es sinónimo de conseguir la victoria,
puesto que si en fútbol alguien decidió que los partido duren noventa minutos
parece ridículo empeñarse en resolverlos en los últimos quince tras desaprovechar
el resto.
A pesar de lo que indique la clasificación, siguen
existiendo demasiados interrogantes. La posición de un Rico que fue de menos a
más y que agradeció que alguien tomase en su lugar la posición de medio centro;
que Beñat, un lujo lo pagado para tan solo aprovecharlo a balón parado, en
cuanto a la duración de la pila no parece ser el conejo de Duracell; que
Herrera sigue con la mente alejada del Athletic, en algún lugar entre Zaragoza
y Manchester; que Aduriz necesita marcar un tanto como sea para salir de una
situación que le mantiene bloqueado; y que el equipo necesita recuperar otra
versión de Muniain que permita equilibrar un juego por bandas demasiado
escorado a la derecha. En definitiva, muchos aspectos en los que mejorar pero
al menos tranquilidad desde el punto de vista clasificatorio.
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