No pudo salir mejor la apuesta de Valverde ni tener mejor
homenaje Beti Duñabeitia. Un Athletic convencido y convincente certificó, por
fin, que su aspiración a optar a uno de los puestos europeos no es ninguna
quimera y que si la plantilla decide demostrar en el campo lo que procura
esquivar en ruedas de prensa, es decir, su candidatura a la cuarta plaza, la
cosa, aunque complicada, puede ser alcanzable.
Porque si bien es anecdótico que el Athletic duerma esta
semana como líder de la que es su liga, no lo es el hecho de haber alcanzado
esa posición tras ganar de manera merecida a un Barça que no es lo que era,
cierto, pero que dobló la rodilla en San Mamés por los aciertos de un equipo
que supo, de principio a fin, a qué debía jugar.
Acertó Valverde, de pleno, prueba de ello fue que esta vez
no tuvo que enmendar su planteamiento y que no resultara sencillo decidir
cambios en el once que decidió poner de partida. Tan es así que las
sustituciones llegaron con el partido muy avanzado y con el objeto de oxigenar
a aquellos que más justo andaban de oxígeno.
Si algo caracterizó la victoria del Athletic fueron la fe,
la entrega, el trabajo y la constancia. Además de la seriedad y el
atrevimiento. Porque los rojiblancos ni se agazaparon ni rehuyeron buscar a
Pinto. Y eso que no había una referencia ofensiva clara, al menos como la
ortodoxia futbolística la define. Txingurri, en coherencia con su apuesta,
decidió colocar a Toquero de nueve sabedor que con ello no tendría un rematador
de cabeza brillante ni un killer del área, pero sí un estajanovista que
lideraría la entrega en los kilowatios de fuerza a contraponer a la troupé del
tal Martino, dicen que discípulo de Bielsa, aunque a priori tanto disten en apuesta
futbolística y formas y modales en la banda. Puede que el Tata haya estado en
clase con Marcelo, pero con libros de Bilardo en el pupitre.
Si Toquero fue el símbolo de la entrega, dos jugadores
infravalorados, quizás por ser de la casa, Susaeta e Iturraspe, firmaron
partidos redondos. Insistente hasta el acierto Markel, al que no se puede poner
pega alguna a su perseverancia y constancia; y brillante como todocampista un
Iturraspe que ya no solo se atreve a liderar la zona más retrasada del centro
del campo sino que la confianza en sí mismo le hace llegar con soltura a línea
de tres cuartos. Si a ello añadimos el rendimiento más que aceptable del más
british de los nuestros, o sea, Herrera; un Iraizoz empeñado en hacer la mejor
de las publicidades del coaching; un Muniain que por fin decide aparcar su peor
versión e intentar reconducir su carrera; o una línea defensiva creíble y
solvente a la que solo sobran ciertos excesos de confianza de Laporte, con todo
ello el Athletic pasa a convertirse en un equipo prometedor.
No cabe esperar, con todo, que la victoria del Athletic sea
aplaudida fuera de Bizkaia, ni falta que hace, por cierto. Pero simplificarla
hasta el extremo, aduciendo por un lado la ausencia de Messi o el que por una
vez en un enfrentamiento contra los siempre favorecidos culés el árbitro interpretase
una jugada de manera generosa a los intereses de los zurigorris, son bromas de
mal gusto. En primer lugar, por el expolio que en forma de puntos y tarjetas ha
sufrido el Athletic de sus enfrentamientos con el Barcelona los últimos años,
acumulando penaltis, expulsiones y arbitrajes sibilinos de todos los sabores y
colores. Por otra, por el lamentable hecho de que el Athletic no dispuso de su
nueve de cabecera, Aduriz, por un error arbitral posteriormente enmendado pero enmierdado
por los comités. La actuación del Comité Español de Disciplina Deportiva ha
venido a demostrar que de sus cuatro siglas la única que ostenta con dignidad
es la de español. Su actuación, una vez más, característica, a la altura del
país, de la competición, de los dirigentes federativos.
Quedémonos con lo positivo. Con el orgullo reverdecido, con
el tantas veces insuperable rival vencido, de manera justa y convincente. Con
esa grada, tristemente no atestada, bramando y apoyando a ese equipo al que los
nuevos tiempos que llegan al fútbol, por fin, le hacen justicia. Porque la actual
liga, depauperada, seguramente dé un nivel real de lo que la competición
debiera haber sido si no se hubiese consentido que a base de endeudamiento los
clubes hayan, durante demasiados años, alterado de manera artificiosa los
potenciales deportivos.
Esta semana toca felicitar al equipo, empezando por los
jugadores, pero con la mención especial al entrenador. Por su capacidad de
sacar el máximo rendimiento a su plantilla, de saber plantear los encuentros,
bien de inicio, lo deseable, bien sobre la marcha, algo también destacable. A
nada que se pueda conseguir que el equipo sea regular, por poco que se mejore,
que aún queda, en el aspecto de las formas, este Athletic puede darnos
alegrías.
Perfecta descripción del partido de ayer, Gontzal. Una obra coral dirigida extraordinariamente bien por un buen entrenador, humano, con sus defectos, pero alejado de extravagancias, caprichos, poses y afectaciones.
ResponderEliminarAyer fue el Athletic de siempre, el que nos gusta ante los mal denominados grandes. El subidón que tuve al final del partido me recordó a las eliminatorias de Europa League de hace un par de años, vamos recuperando sensaciones y autoestima.
Y sí, por ahí se dice que ha perdido el Barcelona cuando realmente les hemos ganado nosotros. No cambiarán.