Además de por los tres puntos, importantes para abrir brecha
con respecto a los puestos del descenso y poder desterrar así unas angustias que
maniatan a un equipo llamado a otras metas, el hecho de que la victoria se
produjese en un momento de dudas tras la eliminación europea, es una buena
noticia por sí misma. Si a ello se une que el equipo consiguió una victoria más
placentera de lo que el ajustado marcador indica, que se obtuvo, de nuevo,
cuando el entrenador decidió tirar de varios de los menos habituales y de que a
una primera parte más que decente le sucedió una segunda más gris, pero en la
que el equipo no sufrió en absoluto, la semana deportiva se encara con otra
tranquilidad.
Y es que salió el Athletic mandón a Ipurua, un campo en el
que a pesar de que el Eibar no se encuentre en el mejor momento de la
temporada, es difícil triunfar si no vas ataviado con el mono de color mahón. Los
diez primeros minutos de dominio absoluto pero poco trascendente en el balance
ofensivo, dieron lugar a dos llegadas de los armeros, las de más peligro de
todo el partido, y a partir de ahí volvió el dominio zurigorri, que llevó
aparejado manejo del partido y creación de ocasiones, desbaratadas por un
meritorio Jaime, decidido a presentar candidatura a la titularidad toda vez que
al bueno de Irureta le ha dado últimamente por cuidar su carrera como cantautor.
Los méritos del cancerbero azulgrana fueron suficientes para
mantener la incertidumbre del resultado hasta el final, más por los miedos que
produce este Athletic, capaz de ceder ventaja al rival a la mínima ocasión que asome
el morro por el área de Iraizoz. Pero no sucedió. Los rojiblancos plantearon un
encuentro muy serio, cedieron la iniciativa a un Eibar que se mostró incómodo
con la necesidad de manejar el balón, presionaron hasta hartarse a los locales
y buscaron la velocidad de Guillermo, Williams e Ibai, que ofrecieron toda una
serie de movimientos más que interesantes. Por detrás de ellos, Muniain, alojado
otro día más en la media punta, evidenciaba que le sienta bien no tener que
asumir los rigores tácticos y la disciplina de trabajo de alojarse arrimado a
la cal de la banda zurda.
El gol, que llegó tras un balón tocadito por de Marcos al
área, fue aprovechado de cabeza por un Gurpegi milagrosamente recuperado de una
lesión de rodilla, que cerraba con buen sabor de boca diez días en los que
había tenido ocasión de protagonizar noticias de todo tipo. Con todo, por ser
coherentes, y para no dejarse llevar por el sentido de la marea del momento,
sigue pareciendo más que evidente que al bueno de Carlos le llega el momento de
la retirada. Él, honesto a carta cabal, sigue dando bastante más muestras de
cordura que quienes le apremian a posicionarse, seguramente sabedor de que
siempre es mejor retirarte a que te retiren. Lo primero suele suceder entre
aplausos generalizados, lo segundo a empujones.
La segunda parte, que se hizo larga por la necesidad de que
el ayer desapercibido Teixeira –esto ya es casi noticia de portada- pitara el
final del encuentro, dejó los minutos menos comprometidos de los leones en lo
que va de temporada, merced al buen trabajo de Balenziaga, Gurpegi, Rico o de
Marcos, que achicaron los espacios al Eibar y permitió al Athletic mover el
balón con tranquilidad en el centro del campo, sin apreturas.
Pudo llegar el segundo, pero la actuación de Jaime y la
falta de pericia del mejorado Muniain lo evitaron. Lo que no pudo llegar es el
gol de un Eibar irreconocible, inoperativo, maniatado por un Athletic que supo,
y bien además, anular a un equipo que ha caído en barrena. No resultar, una vez
más, un resucita muertos es una gran noticia. Y marca el camino de lo que debe
hacerse el miércoles contra el Espanyol, el último tren para justificar una
temporada demasiado aciaga.
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